Un travieso querubín
En la carrera 27 vía norte se encuentra el centro educativo y rehabilitativo llamado ASOPORMEN, un lugar especial, para personas con o sin discapacidad que es ignorado por muchos individuos en la ciudad que se concentran en sus propias vidas sin notar la existencia de seres maravillosos con capacidades únicas que son forjadas a diario por profesionales al servicio de la comunidad en diversidad funcional; más que un centro de rehabilitación para estas personas y sus familias es un espacio diferente a cualquier otro de la ciudad donde la discriminación y la incapacidad para hacer las cosas no existe, siendo beneficiado a la inclusión de todos los servicios y niveles sociales que presta la institución.
En este lugar más importante que aprender matemáticas es aprender a hablar, más importante que aprender filosofía es aprender a compartir y más importante que cualquier otra ciencia es aprender a crear y sonreír, es por esto que Diego Alexander Rangel Correa, día a día le enseña a sus compañeros el valor del liderazgo en los talleres y en los procesos de formación educacional. Diego, nace el 25 de mayo de 1997, siendo el segundo de sus hermanos y único varón de cuatro que conforman esta numerosa familia, desde su nacimiento tuvo problemas ya que su mamita a raíz de una caída presento inconvenientes para seguir con su formación de gestación saliendo diego un niño sietemesino.
Desde entonces, comenzaron las dificultades para Doña Mery, ya que su hijo presentaba convulsiones desde temprana edad siendo cada vez más grave una tras otra, luchando con su niño las 24 horas del día y corriendo con este pequeño que a su tan sola corta edad presentaba múltiples comportamientos anormales, (refugiarse en la oscuridad en especial debajo de su cama, llorar imparablemente y siendo grosero con todo aquel que estaba a su alrededor), todos estos comportamientos llevo a que su madre sospechara que Diego Alexander no era un niño regular.
Diego, empezó cursando sus primeros pasos por un colegio de formación formal, presentando continuamente problemas en la escritura y la lectura, siendo un chiquillo travieso, pegándole a sus compañeritos, distraído, misterioso y demás. . . Lo que mostraba una complicación adicional para su mamá, al ver que su hijo no rendía ni progresaba como los demás. Esto, la obligó a buscar ayuda adicional confirmando lo que su intuición ya le había dicho tiempo atrás, su hijo presentaba un “retardo mental”.
Un cambio trascendental. . .
Sus convulsiones desaparecieron a los 14 años, la evolución al paso del tiempo iba cambiando, Diego ya empezaba a presentar comportamientos un poco corrientes no del todo bien pero ya un poco más de normalidad. Mientras su madre buscaba ayuda para este ser tan especial, encontró un ángel llamado Moisés que muy amablemente la escucho y la orientó en este tema que ella tanto desconocía, facilitándole el número y la ubicación de un lugar llamado Asopormen, donde quizás su hijo podría tener atención y un control más personalizado, Doña Mery, ella, muy agradecía llorando estaba reconociendo algo que ella nunca quiso aceptar.
Al día siguiente llamó a Asopormen, le dieron la cita de valoración, muy atenta lo llevó, lo presentó y esperando su diagnóstico le salió escolaridad, aunque para ella no paraban los obstáculos ya que sus ingresos no eran tan favorables de un milagro lo logró y por medio de un cupo por la alcaldía lo inscribió, empezando Diego a recibir de los servicio que ella tanto anhelaba, un servicio en condición a su hijo, de una institución con nombre, con buenas referencias y muy reconocida a nivel local.
Con el tiempo y gracias a su permanencia en el servicio de protección para el proceso de restablecimiento de derechos en convenio con el ICBF la vida de Diego ha cambiado rotundamente, asiste continuamente a la institución con un horario intensivo de 8am a 4pm, siendo un joven funcional en todas las áreas, colaborando, aportando de sus conocimientos, preparándose cada vez más para este mundo con tantos altibajos pero que con ganas y con esfuerzo lucha para seguir aprendiendo, destacándose con ganas y con esfuerzo lucha para seguir aprendiendo, destacándose como un líder dentro del programa de formación prelaboral, apoyo pedagógico y en logística y decoración, actividades que han facilitado su desempeño y aprendizaje en la construcción de su proyecto de vida.
Este ángel de 19 años, es un joven con capacidades diversas, un chico que le apuesta al mundo del deporte, siendo competitivo en la natación, fútbol y atletismo, inculcando desde su hogar que este pasatiempo hace la diferencia, claro, con disciplina, esfuerzo y dedicación, aprendiendo que todo se puede lograr, dejando este legado en su familia, sus hermanas lo siguen lo apoyan y también practican de algún entretenimiento, viendo que su hermano ha sido un ejemplo, uno de los mejores competidores, un ganador a nivel nacional en su deporte favorito el atletismo, obteniendo numerosas medallas y cantidades de viajes, y enseñando que con ganas se obtienen los mejores resultados.
Actualmente le ayuda a sus tutoras, es un asistente principal en los talleres y un ejemplo a seguir para todos los compañeritos que lo admiran y quieren llegar a ser como él, un amigo que los escucha, los comprende y los aconseja, definitivamente un ser creativo y con una mente muy especial que como pocos esta en pro al favor de la comunidad, con buenos tratos, buenos comportamientos y de mucha utilidad. Adicional, tiene una compañerita sentimental, alguien a quien le presta un cariño exclusivo, dos personitas que se quieren a su mundo y a su manera, sin maldad sin malos pensamientos, de forma bonita y especial.
Su familia, en especial su mami, la señora Mery Correa, dice que ha sido la mejor oportunidad que el servicio de protección le ha brindado, no deja de agradecerle a la institución Asopormen y a un sin número de personas que trabajan allí, y que aportaron un granito de arena a su proceso de formación, un cambio que ha sido de la mano junto a; Paola, Carmencita, Lucelly, María Eugenia, don Álvaro en fin… Diego Alexander, es el aliento y la fuerza para que su familia siga luchando para salir adelante y sus tres hermanitas son los ojos de este ya grande travieso que con esfuerzo y mucha paciencia ha logrado ser un ejemplo, cuidándolas, reprendiéndolas a bien, y enseñándoles el valor de la vida.
Esta es la historia de Diego Alexander Rangel Correa, un querubín que la vida le enseñó que para recoger hay que sembrar.
Por: Harold Andrés Pardo Q.
Profesional en comunicación social y periodismo.