En los zapatos de Anderson. . .
Son las 6:15 de la mañana y suena el despertador, que indica que un nuevo día ha comenzado. Anderson se levanta, se baña y desayuna esperando su transporte ansioso para llegar a su mundo de felicidad, un mundo, que muchos desconocemos pero para personitas como él es un espacio de liberación amor y paz.
Varios pensaran que Anderson es un niño mimado porque su abuelita tiene que ir varios días a la semana a ayudarle con sus labores diarias, pero lo que poco no sabemos es que este chico es una persona única. Él es Anderson Fabián Bautista, hace 28 años el día de su nacimiento le detectaron pie equinovaro, a lo que lo llevo a 2 años de terapias y después a acomodarse a sus zapaticos ortopédicos logrando caminar a los 5 años.
Aunque lo peor estaba por llegar, su familia no sabía que Anderson padecía de una enfermedad llamada; distrofia muscular Miotónica de Steinert, lo que tiene que ver con “el aparato muscular, el sistema ocular, el aparato cardiovascular, el sistema nervioso central, el aparato digestivo y las gónadas (glándulas sexuales masculinas o femeninas)”. Evidentemente estas malformaciones en su cuerpo le hacen difícil su libre desarrollo, ya que se; “Caracteriza por la dificultad en la relajación de los músculos después de la contracción. Algunas personas con esta enfermedad tienen dificultades para la liberación de un pomo o se detienen un apretón de manos”. Pero esto no fue un impedimento para que Anderson sea un chico feliz, siendo su sonrisa la mejor arma que puede utilizar para demostrarle a la personas que el hecho de discapacidad no lo convierte en alguien desventurado.
Sus mejores pasos. . .
ASOPORMEN, es una institución sin ánimo de lucro para el servicio de los niños, jóvenes y adultos, con capacidades diversas. Llevando una larga trayectoria en su prestación de servicios (salud, protección y educación), a la ciudadanía de Bucaramanga y su área metropolitana, en pro de la experiencia a toda esta comunidad. “Doña María Eugenia”, como la llama la abuelita de Anderson, claro, muy agradecida por abrirle las puertas de la institución a un niño que con tan solo 13 añitos quería escavar sus sueños, en un espacio acoplado a sus condiciones, ayudándole a el uso de sus instalaciones en los procesos necesario con una beca de casi 14 años. . . se formó y exploro sus virtudes tratando de jugar con su independencia y desarrollar todas sus habilidades en el habla, la escucha y muchas más. . .
Anderson, a la 1:30 de la tarde va culminando su jornada institucional, en donde el plan mensual que actualmente le paga su compañera de vida (su abuelita), le cubre, (desayuno, merienda, y almuerzo), llegando después a su casa a tomar una siesta para posteriormente asistir a todas sus múltiples obligaciones de la tarde como lo son sus clases de pintura, piano, etc.
Aun que se ha luchado de principio a fin, Doña Rosa Lina Bautista, a sus 80 años, se siente agradecidamente afortunada con la evolución de su “hijo” ya que prácticamente ella lo ha criado debido a que su hija, la madre de Anderson, falleció a los 40 años padeciendo de la misma enfermedad de su hijo, siéndole descubierta a los 23 ya cuando Anderson tenía tan solo tres añitos de nacido.
Este hombre con alma de niño, a sus actual 28 años los méritos a resaltar son varios; como haber pertenecido a la cruz roja, voluntario juvenil o a sus grandes participaciones en las competencias de atletismo, obteniendo excelentes resultados y numerosas medallas, haciendo muy orgulloso a su no muy numeroso núcleo familiar, continuando con esa gran travesía y ese largo viaje de experiencias diarias por vivir. Su abuelita al hablar de él no oculta lo que se siente de tener un nieto que ha demostrado ante todo sus ganas de vivir “Es un excelente niño, juicioso, trata de hacer sus tareitas solo, me acompaña y me hace muy feliz”.
Este gigante con 175 cm de estatura es el orgullo de una familia que hace 28 años la vio nacer con discapacidad en su cuerpo y en su mente. Pero cada vez que Anderson coloca su cabecita muy a las 10pm para irse a dormir, sabe que los sueños están por cumplirse y su historia apenas se escribe, el todos los días nos demuestra que para vivir solo se necesita tener ganas.
Por: Harold Andrés Pardo Q.
Profesional en Comunicación Social y Periodismo